A diferencia de industrias como la petrolera o la automotriz, la contaminación que genera Internet no es visible para la mayoría de las personas.
No vemos chimeneas soltando humo cuando navegamos en Facebook, vemos videos en YouTube, avanzamos en TikTok o maratoneamos en Netflix. Sin embargo, cada acción digital que realizamos tiene un costo energético, y esa electricidad debe provenir de algún lado.
Detrás de cada clic, video o búsqueda, hay enormes centros de datos funcionando día y noche, consumiendo grandes cantidades de energía para sostener la infraestructura digital global.
Usamos Internet con la sensación de que es “limpio”, pero su huella ambiental es cada vez más significativa.
Si bien Internet no es el principal contaminante del planeta, su impacto está en constante crecimiento y si no se gestiona de manera responsable, puede convertirse en un problema ambiental mayor.
La clave está en reducir su huella adoptando energías renovables, desarrollando tecnologías más eficientes y utilizando estas herramientas de manera consciente.
💡 ¿Tienes una vida digital responsable?
Cuestionando La Vida 
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