Escuché esta frase en la serie Envidiosa, cuando Matías, un personaje que ama profundamente, reconoce que seguir esperando a quien no puede amarle de vuelta ya no es amor… es desgaste.
Y me conmovió. Porque muchas veces creemos que si hay amor, entonces tiene que ser. Pero no siempre es así.
A veces el amor aparece en el momento equivocado.
A veces la otra persona no está lista.
A veces somos nosotros quienes no podemos sostenerlo.
Y otras, simplemente, la vida no abre espacio para que ese amor eche raíces.
Eso no lo hace menos verdadero.
Ni menos importante.
Hay amores que se viven solo en la memoria, en la imaginación o en el alma. Amores que no se concretan, pero nos marcan. Nos transforman. Nos muestran algo de nosotros mismos que no sabíamos que estaba ahí.
Y al mismo tiempo, reconocer que un amor no puede ser… también es una forma de amarse a una misma.
Soltar lo que duele.
Aceptar lo que no se dio.
Honrar lo que sí se sintió.
No todos los amores nacieron para quedarse, pero quizá sí para recordarnos que merecemos uno que sí se quede.
Uno que no duela.
Uno que sí sea.
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